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Acabo de regresar del Congreso Internacional de Tarot en Barcelona: dos días intensos en los que respiré una atmósfera completamente dedicada al simbolismo, la lectura y la búsqueda interior. Una experiencia que fue mucho más que un simple evento formativo. Siendo la 14ª edición, el congreso estuvo dedicado a La Templanza (Arcano XIIII), símbolo de la sanación de las heridas emocionales.

No fue todo fácil. Al principio me sentí un poco fuera de lugar: no dominar el español con fluidez y encontrarme en un entorno donde muchos compartían un mismo recorrido (alumnos de la misma escuela de Tarot) me hizo sentir distante. Pero luego entendí que esa distancia la estaba creando yo.
Me di cuenta de que las circunstancias me estaban llevando a revivir eventos del pasado. Las emociones que estaba sintiendo no pertenecían realmente a ese momento. Eran un eco, un llamado, y tan pronto como decidí estar presente, algo empezó a cambiar. Comencé a hablar con una chica que, al igual que yo, no tenía un vínculo con la escuela que organizaba el congreso. De hecho, hoy es profesora como yo y acababa de comprar un libro sobre Hécate, la diosa que da nombre a la cafetería-librería en Milán que abrí con mi compañero. Esto nos llevó a intercambiar ideas sobre el neopaganismo y sobre dirigir una escuela de Tarot. A partir de ahí, las conexiones comenzaron a formarse casi por sí solas. Otra persona se acercó para disculparse por no haberme incluido durante la pausa del café, invitándome a unirme al grupo al día siguiente. Y durante la cena, otro grupo me acogió al verme solo, dando paso a conversaciones profundas sobre el Tarot y la vida. Estos gestos de solidaridad me conmovieron y, sobre todo, confirmaron que las creencias que en el pasado me llevaron al aislamiento hoy ya no tienen fundamento.
¿Qué he aprendido sobre el Tarot?
Además de las personas, me llevo nuevas reflexiones sobre el Tarot. Vi diferentes formas de leerlo, interpretaciones que resaltan la ciclicidad y la no dualidad inherentes a su simbolismo. Me impactó la visión espiritual del Tarot como relato del camino de encarnación y reencarnación del alma según Malek Chaoufi, los psicotarot de Ismael Sánchez, la visión sistémica del Tarot de Laura Rolón y el desarrollo de los propios dones a través de las cartas según Flor Moeremans.
Cada conferencia, cada intercambio, me brindó confirmaciones y nuevas ideas de las que hablaré más adelante. Después de tanto tiempo en el rol de profesor y ponente, fue valioso volver a ponerme en la posición del oyente, del aprendiz, y dejarme sorprender. Un recordatorio importante: quien enseña nunca deja de aprender. ¡Los momentos de práctica de lectura fueron los más valiosos!
Esta experiencia me recordó que, al igual que en el Tarot, cada viaje es un proceso de transformación. Y que muchas veces somos nosotros mismos quienes debemos dar el primer paso para abrirnos a nuevas posibilidades.
¿Qué piensas? Si has asistido a un evento similar, ¿alguna vez has vivido una experiencia como esta? ¿Te has sentido fuera de lugar para luego descubrir que solo necesitabas cambiar tu perspectiva?
Antes de agradecer a los organizadores, gracias a cada persona con la que conecté: Marta, Alba, Pakito, Jose, Esther, Zeus, Nuria, Josep, Andrea y (no menos importante) Sandra. Con algunos de ellos ya están surgiendo las primeras colaboraciones… ¡Roma no se construyó en un día, pero quizás la vida lenta de Barcelona hace que el tiempo pase más rápido!
Gracias a la Escola Mariló Casals y a la Organización Internacional del Congreso de Tarot por crear un espacio seguro para compartir conocimientos y experiencias, pero también para la transformación. Cada perspectiva ha enriquecido mi mirada, ¡y tengo muchas ganas de compartir más con ustedes!
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